Una de parecidos literarios

En una conversación con quien me animó a leer No pidas sardina fuera de temporada, un libro juvenil de aventuras de un joven detective salió la idea de que en el fondo se parecía mucho a otra serie de novelas con un peculiar detective y escritas por Eduardo Mendoza. Al principio lo negué, lo que deja claro que la idea no fue mía, pero al terminar de leer las aventuras de Flanagan encontré, a grandes rasgos, varias similitudes (salvando las distancias, claro) entre la obra de Eduardo Mendoza y la de Andreu Martín y Jaume Ribera.

  • Detectives poco tradicionales.

En ambas series, el protagonista no es el típico detective varón de mediana edad, con una amplia experiencia a sus espaldas con lo peor de la peor calaña de las calles de una determinada ciudad, aficionado a empinar el codo y con el cigarrillo siempre encendido. Imagen típica la mía, porque en la actualidad realmente la novela negra es bastante amplia y goza de grandes ideas, personajes e historias. Pero a lo que iba. En las aventuras de Eduardo Mendoza el «héroe» es un delincuente vive en un psiquiátrico y le chifla la pepsicola. Más que solucionar los casos, va metiéndose en líos que poco a poco le llevan a atar cabos. ¿Cómo acaba? Os toca leer. Y Flanagan, el joven detective aspirante a periodista que monta una agencia de investigación con su hermana en un pequeño almacén del bar de sus padres. Lo que en principio no son más que trabajos encargados por estudiantes de lo que hoy seria la ESO (ya sabeis, sobre chicas, exámenes, profesores, etc) termina pasando a un nivel que, sin dejar de lado al ámbito juvenil, pues se mete en temas un poco más serios. ¿Los resuelve nuestro joven investigador? Lo mismo, a leer.

  • Barcelona, como inspiración.

Que las novelas se emplacen en Barcelona no es de extrañar ya que los tres autores son catalanes. Así, para los que no conocemos la ciudad condal, o sólo tuvimos ocasión de visitarla en un pequeño viaje (como es mi caso) nos adentramos en sus distintos barrios, en sus bares y tiendas, monumentos y lugares más destacados al tiempo que nos perfilan disintas clases sociales e, incluso, tribus urbanas y marginados sociales. Más aún, la distancia entre unos libros y otros no permiten descubrir los cambios que ha sufrido la ciudad con el tiempo con sólo leer las aventuras de nuestros pecualiares protagonistas.

  • Seriedad, la justa.

Pues sí, si algo caracteriza a estos autores, en estas series de libros al menos, es la maestría que demuestran al convertir situaciones que podríamos considerar serias o graves en paródicas, satíricas e incluso cómicas, según el caso. La cuestión es que por muy mal que lo esté pasando el protagonista, siempre hay algo, en su expresión, en su actuación, en los demás personajes que intervienen o en la propia situación que nos arranca una sonrisa, cuando no una carcajada.

  • En primera persona, por favor.

Una última coincidencia, que se aprecia nada más comenzar la lectura, es que las respectivas novelas están escritas en primera persona. Así, conocemos de primera mano todo lo que las aventuras y desventuras sugieren y hacen padecer a sendos protagonistas.

Un pensamiento en “Una de parecidos literarios

  1. Casualmente yo también tuve una conversación con alguien a quien no sólo animé a leer el libro, sino que además se lo regalé, le dediqué unas palabras… y acabó confesándome que no escucha mi programa ni por equivocación. Ojalá Flanagan y el que no es Flanagan me pudieran echar un cable con este caso…

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